El color rojo y blanco de las telas que lo cubrĂan más el colorido cartel, harĂan que los pequeños con sus padres se acercaran al circo para intentar pasar una buena tarde, en cambio hacia mucho tiempo que no habĂa una buena funciĂłn en aquel circo.HacĂa meses que iban de ciudad en ciudad intentando levantar el vuelo y poder ofrecer una buena funciĂłn a los que allĂ entraban, pero con el paso de los meses y el poco dinero que iban recaudando les habĂa sido imposible mantener a los animales y muchos los tenĂan que vender para poder seguir viajando buscando un cambio en aquella maldita racha que parecĂa no desaparecer.
HabĂan tenido que reducir costes debido a la baja asistencia a las funciones sin querĂan seguir intentando mejorar aquello. Los primeros en desaparecer de la funciĂłn habĂan sido ciertos animales que por su gran costo en mantenerlos habĂan optado por venderlos para poder seguir pagando lo básico para moverse y seguir actuando por las ciudades. HabĂan vendido a un par de elefantes, cuatro leones, una jirafa y cinco monos, quedándose tan solo con un leĂłn, y dos monos.
La tormenta hacĂa presagiar que aquella serĂa lo que muchos temĂan. La Ăşltima funciĂłn del Circo Maravillas. Todos tenĂan claro que tarde o temprano aquello terminarĂa acabando, y ante aquella Ăşltima noche en la ciudad, esa idea iba tomando forma. El dueño del circo habĂa estado toda la tarde promocionando la funciĂłn por las calles en un vano intento por hacer publicidad, pero estaba seguro que con aquella lluvia torrencial y aquel furioso viento nadie se acercarĂa a verlos. HabĂa acudido a la taquilla para atender los pocos que tuvieran el valor de ir a la funciĂłn. Y efectivamente no se equivocĂł. SĂłlo un grupo de cinco niños habĂan acudido a pagar su entrada, y por lo tanto tenĂan que representar la funciĂłn que tenĂan preparada aunque fuera sĂłlo para cinco chicos.
- Una despedida triste a toda una vida haciendo reĂr a las personas... En fin, haremos que lo pasen bien como despedida de este maravilloso mundo. - comentĂł el dueño.
Aquella sentencia fue ratificada por una fuerte tormenta que resonĂł por todo el circo, haciendo que sintiera un escalofrĂo, como si el demonio se riera de ellos en aquella Ăşltima funciĂłn que iban a encarar. Las tormentas comenzaban a ser cada vez más fuertes, la lluvia cada vez caĂa con más fuerza, mientras que, no sabĂa porquĂ©, los cuervos comenzaban a rodear la carpa del circo, apoyándose en las copas altas del mismo, y empezando a graznar como locos. Aquello le parecĂa una cruel broma de lo que iba a ser la noche.
DecidiĂł apartar los pensamientos de su mente y acudir a su caravana para maquillarse como payaso. Su Ăşltima funciĂłn como payaso. La rabia dio paso a los recuerdos en los que aquel circo era muy conocido en las ciudades, incluso esperado por muchos niños para ver sus espectáculos de malabares y doma de leones. Aquellos años no volverán nunca, y era algo que su ego no terminaba de asumir. QuerĂa volver a sentir el poder del aplauso de los niños, de las voces de los mayores y de las risas de todos juntos, cuando las noches las comenzaba riendo y las terminaba llorando de felicidad en su cama por haber sido una noche más el payaso que tanto le gustaba representar. LlegĂł a estar enganchado a las sonrisas y a aquellos aplausos.
Hoy dĂa aquellas risas habĂan desaparecido y habĂan aparecido los problemas financieros. Esos problemas que ya le estaban ahogando y que no podĂa afrontar, y se veĂa, conforme iban pasando los dĂas, cada vez más hundido en aquel pozo sin fondo. SacudiĂł la cabeza y comenzĂł a pintarse para aquella triste funciĂłn de despedida.
Tras terminar la funciĂłn para aquellos niños, reuniĂł a todo el plantel de payasos, malabaristas y demás en el centro de la arena para comunicarles su futuro más inmediato, para anunciarles el fin del Circo Maravillas. Todos se acercaron al centro con la idea de que aquella noticia serĂa de importancia, aunque no terminaban de aceptar lo que sus mentes imaginaban. Como si fuera casualidad, la tormenta comenzĂł a combatir con fuerza las lonas del circo, haciĂ©ndolo temblar cada vez que el viento intentaba de nuevo hacerlas caer. Las tormentas regresaron con más fuerza, mientras rayos resonaban y parecĂan traspasar con su luz todo el circo al completo. Fue el dueño del circo el que comenzĂł a hablar.
- Todos sabĂ©is que el Circo Maravillas comenzĂł con fuerza hace ya más de dos dĂ©cadas, dos dĂ©cadas que nos han demostrado que el mundo puede llenarse con sonrisas y buenos momentos. TambiĂ©n sabĂ©is que hace unos cuantos años que no estamos en nuestro mejor momento. La plantilla ha ido desapareciendo para poder seguir afrontando nuevas ciudades pero sabĂ©is que el final está cerca, muy cerca. - Todos callaron, expectantes ante la noticia que se acercaba. Él, de mientras, vio el miedo y la tristeza reflejados en sus ojos. Aquello les dolĂa tanto como a Ă©l. AspirĂł aire y continuĂł. - Creo que todos sabĂ©is o intuis porque os he convocado en esta arena que tanto nos ha hecho disfrutar, pero si no lo sabĂ©is os lo digo ahora. El Circo Maravillas debe cerrar sus puertas. Es algo que he ido posponiendo desde hace muchos meses, incluso perdiendo parte de mi dinero por si llegaba el cambio, pero nada de eso llegĂł y no queda más que cerrar la lona y apagar las luces por Ăşltima vez.
La tormenta resonĂł de nuevo, potente, poderosa. La lluvia impactaba en las luces de neĂłn de la entrada, haciendo que parpadearan y lucharan por mantener el envite que parecĂa ir acompañando al Circo hacia su final. Mientras dentro se libraba la más triste de las despedidas, fuera, un hombre mayor, con un impoluto traje negro, caminaba agarrado a su bastĂłn y a un paraguas que parecĂa más centrado en aguantar el viento que en proteger a su dueño de la lluvia. Aquel hombre con sombrero de pico y pelo blanco peinado hacia atrás, alzĂł la vista y mirĂł el cartel. " Circo Maravillas". Le gustĂł el nombre. Más le gustaba lo que aquello podrĂa ofrecer. HabĂa llegado al fin el momento que tanto habĂa esperado. Aquel era el instante en el que habĂa pensado desde hace largos meses. Se aferrĂł más a aquel extraño bastĂłn que lo ayudaba a mantenerse en pie pese a la fuerza brutal del viento. Se fue acercando a paso lento hacia la entrada del circo, y en silencio, pasĂł la lona y quedĂł escuchando la conversaciĂłn que Marc mantenĂa con sus empleados.
Todos en la arena, comenzaron a abrazar al dueño en señal de respeto y admiraciĂłn por todo lo que habĂa conseguido y logrado mantener aquel circo que llevaba tanto tiempo luchando por hacer reĂr a un mundo que, segĂşn aquel hombre, se iba a la deriva. Tras aquellos abrazos y silencios, siguiĂł hablando.
- Muchas gracias a todos por todos estos años. El Circo Maravillas cierra sus puertas para siempre.
Pero fue entonces cuando algo extraño se escuchĂł. Marc tardĂł unos segundos en comprender que era. Eran aplausos, lentos y fuertes aplausos. GirĂł la cabeza y vio a un hombre mayor que lo miraba apoyado en una de las viejas gradas del circo, y sĂ, estaba aplaudiendo. No le dio tiempo a replicar cuando aquel hombre, con voz grave y potente, comenzĂł a hablar.
- El Circo Maravillas tiene todavĂa mucho que ofrecer, y no, no será hoy el dĂa que cierre sus puertas. - Marc lo mirĂł extrañado, sin comprender. - Si, Marc, no es hoy el dĂa que estas lonas cierren para siempre. Tengo una propuesta para usted, y me sentirĂa muy ofendido si no me escuchara. - Y mirando al plantel de empleados y posando su mirada azul potente de nuevo en el dueño, terminĂł con una frase. - A solas, por favor.
Y como sentenciando la noche desde el mismo Infierno, las tormentas resonaron en el cielo de aquella noche de invierno, mientras dentro del Circo Maravillas se libraba una batalla que nadie habĂa conseguido discernir salvo dos personas, dos personas que se miraban entre sĂ, intentando adivinar el poder de un pacto que ninguno de los dos conocĂa realmente.